Por Olivia Smith
Advertencia sobre el contenido: muerte y agonÃa
"Tengo algunas noticias que compartir con vosotras, chicas. Fui al médico porque he estado teniendo preocupaciones con mi pecho. Descubrà que tengo cáncer de mama inflamatorio. TodavÃa no tengo todos los detalles, pero sé que es un cáncer muy agresivo, pero voy a luchar contra él. No es una sentencia de muerte". - Michelle "Ginger" Griswold11 meses antes de fallecer.
Mi madre y yo no tenÃamos una relación perfecta. HacÃa muchas cosas que me estresaban, me disgustaban, me molestaban y, francamente, me hacÃan daño. Pero yo la querÃa; era mi única madre y, aunque no nos llevábamos a la perfección, era una buena persona con mucho amor que dar. Pasé los últimos 11 meses de su vida tomándome tiempo del trabajo y visitándola cuando podÃa. Intenté dejar atrás los momentos en los que me enfadaba o me estresaba y, en su lugar, dediqué tiempo a entenderla mejor y a aceptarla tal y como era. Todos somos individuos imperfectos que intentamos disfrutar de esta cosa llamada vida mientras tenemos el privilegio de hacerlo.
SabÃa que el tiempo era fugaz con ella ahora más que nunca, y ese año creamos recuerdos que guardaré para siempre. Uno de mis favoritos fue cuando prolongué un viaje de trabajo a Orlando y la sorprendà con una estancia en el Princess Castle Hotel. Cuando se enteró de que iba a ir a Orlando por trabajo, mencionó que aún no habÃa ido y que siempre habÃa querido hacerlo; era la forma que tenÃa mi madre de decirme que serÃa genial que exploráramos Orlando juntos. Caminamos por Disney Springs mientras tenÃa energÃa, ella con una margarita en la mano, disfrutando del paisaje. Simplemente pasamos el fin de semana explorando y pasando el rato juntas, las dos solas, y se convirtió en uno de mis momentos favoritos de ese año, al poder brindarle amor, apoyo, risas y nuevas experiencias.
Desde el dÃa en que mi madre nos dijo que tenÃa cáncer por teléfono, mi hermana Stephanie y yo nos ponemos nerviosas cuando alguien nos pide que hagamos una llamada a tres. En los once meses siguientes, tuvimos que responder juntas a muchas más llamadas a tres, ninguna de ellas con buenas noticias. El propósito de este artÃculo no es documentar esos once meses, sino hablar del último.
Esta no fue la primera experiencia de nuestra madre con el cáncer. TenÃa carcinoma ductal carcinoma ductal invasivo unos siete años antes y habÃa estado en remisión, haciendo bien. No era nuestro primer rodeo con el cáncer. Por supuesto, comprendà que se trataba de un cáncer mucho más agresivo y grave, pero ¿por qué iba a ser diferente el resultado? LucharÃamos y se recuperarÃa, como la última vez.
Para mi madre, ese diagnóstico acabó siendo una sentencia de muerte. Llegó mucho antes de lo que ninguno de nosotros habÃa preparado o esperado, con muchos altibajos. La última llamada a tres que hicimos con nuestra madre, nos dijo desde el hospital oncológico que no estaba respondiendo a la tercera ronda de tratamiento que esperaban que fuera un medicamento milagroso para ella, después de que dejara de responder rápidamente a los dos primeros planes de tratamiento. Recuerdo estar sentada en un semáforo en rojo mientras recibÃa esta llamada, sintiendo como si me hubieran dejado sin aliento a la vez que me sentÃa entumecida en el mismo instante.
Después de 11 meses con cáncer de mama metastásicome habÃa dicho unas semanas antes que si este tratamiento no funcionaba, no querÃa someter a su cuerpo ni a su mente a más pruebas. A pesar de lo duro que fue oÃrlo, mi hermana y yo le aseguramos que apoyábamos cualquier cosa que eligiera para su cuerpo y su calidad de vida. Por mucho que egoÃstamente quisiera que lo intentara todo y se quedara con nosotros todo el tiempo que pudiera, respetaba su decisión y no podÃa pedirle que sufriera más por nosotros.
Al dÃa siguiente, decidà quedarme en casa de un viaje de trabajo que habÃa estado planeando y esperando todo el año, ya que todavÃa no tenÃamos una imagen completa de lo que significaba la última actualización de la salud de mi madre. SabÃamos que no tenÃa buena pinta, pero aún no tenÃamos una lÃnea de tiempo. Me sentà dramática por cancelarlo porque mi madre estaba en el hospital y no se encontraba bien. No era como si fuera a morir ese dÃa, asà que ¿por qué cancelé este viaje de trabajo que era importante para mÃ? Por suerte, tenÃa un jefe maravilloso que me permitió tener un horario flexible mientras mi madre estaba enferma y pasar todo el tiempo que pudiera con ella cuando quisiera. Sin embargo, seguÃa sintiéndome culpable por no haber dado el 100% de mà ese año.
Unas horas más tarde, estaba sentada en el sofá de mi salón cuando mi madre intentó otra llamada a tres con mi hermana y conmigo. Esta vez, mi hermana no pudo contestar inmediatamente. Cuando contesté, mi madre estaba al otro lado de la lÃnea llorando y disculpándose porque ya no podÃan hacer nada. "El cáncer ha destruido casi por completo mi hÃgado y otros órganos. Tengo una insuficiencia hepática del 83%. Me quedan dÃas, semanas o meses. Me voy a casa con cuidados paliativos; lo siento mucho", me dijo mi madre entre lágrimas. "No te disculpes, pronto estaré allÃ", le dije.
Me senté en el sofá conmocionada, asustada, enfadada e incrédula. SabÃa que este desenlace era posible, habÃa buscado en Google todas las estadÃsticas. SabÃa que ese dÃa llegarÃa, con cáncer de mama o sin él, pero pensaba que nos quedaba mucho tiempo juntos. La esperanza de vida a 5 años de su cáncer era del 19%. Mi mente creÃa que ella era tan fuerte, que siempre habÃa sido tan fuerte, que serÃa uno de esos 19%, tenÃa que serlo. Y si no formaba parte de ese 19%, entonces seguro que al menos tendrÃamos cerca de otros cinco años después del diagnóstico, ¿no?
Vivo cerca de Charlotte, Carolina del Norte, y mi hermana estuvo viviendo en Roanoke, Virginia, desde que diagnosticaron a mi madre hasta su muerte. Llamé a mi hermana e hicimos los preparativos para visitar a nuestra madre. Sollocé en los brazos de mi marido cuando llegó a casa del trabajo. Abracé a mi perro. Reservé hoteles para mi hermana y para mà durante el viaje de ida y de vuelta, dividiendo el largo trayecto, con la esperanza de que no muriera en ese viaje. En parte porque aún tenÃa la esperanza de que desafiarÃa las probabilidades, de que estaban equivocados, de que tenÃa más tiempo, de que la medicina sólo necesitaba unos dÃas más para hacer efecto. Y en parte, egoÃstamente, porque no querÃa verla morir. ¿Cómo podrÃa soportar ver partir a la mujer que me trajo a esta tierra? ¿Cómo podrÃa manejar eso y estar bien después? ¿Cómo podrÃa ver a mi madre dar su último suspiro?
Ni siquiera habÃamos discutido su muerte y lo que ella querÃa. Le dijo a mi hermana lo que querÃa para el funeral, pero nada más. Aún no habÃa firmado su testamento, no me habÃa dicho lo que querÃa de mÃ. No habÃamos tenido esas conversaciones que yo querÃa tener, sabiendo que la perdonaba por las cosas de las que se sentÃa culpable durante todo el tiempo que fue mi madre. Aún no estaba preparada para esas conversaciones y no me apetecÃa sacar el tema. Me decÃa a mà misma que le estaba dando espacio para que hablara conmigo de ello cuando estuviera preparada. Pero en realidad, tenÃa miedo de tener esas conversaciones con ella porque eso significaba que el final era inevitable.
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