Por Kristen Carter
San Valentín puede ser una fiesta maravillosa si tienes una relación con alguien a quien quieres (y que te quiere). Pero tanto si tienes esa relación como si no, hay una persona a la que debes amar por encima de todas las demás: a ti mismo.
"¿Qué?", se preguntará. "¿Qué pasa con mi alma gemela? ¿Y mis hijos? ¿Mis padres?". A lo que yo respondería:
La relación más larga que tendrás en tu vida es la que tienes contigo mismo.
Cuanto más plenamente te ames a ti mismo, más plenamente podrás amar a los demás.
¿No te encantaría ser un ejemplo para tus hijos de que se merecen quererse plenamente tal y como son?
Lamentablemente, muchos de nosotros -si no la mayoría- crecimos pensando que era egoísta o arrogante querernos a nosotros mismos. Y prácticamente todos tenemos voces en la cabeza que nos instan a hacer más y a ser mejores de una forma u otra; en otras palabras, voces que nos dicen que no somos lo bastante buenos, así que probablemente tampoco se nos quiera.
Sin embargo, no querernos a nosotros mismos puede tener graves consecuencias.
Si pensamos que no somos lo suficientemente buenos:
Nos ponemos en último lugar
Nos sentimos culpables cuando hacemos algo por nosotros mismos
No nos gusta lo que vemos cuando nos miramos al espejo
Nos criticamos a nosotros mismos por los errores, acumulando palabras negativas.
Hacemos cosas que no queremos hacer por los demás, ya sea porque nos dijeron que teníamos que hacerlas o porque queremos ganarnos su aprobación.
Nos decimos a nosotros mismos que no merecemos nada, así que no nos damos ningún capricho.
No podemos aceptar cumplidos
No nos tomamos tiempo para hacer nada divertido por nuestra cuenta.
Somos incapaces de recibir cuando la gente nos hace regalos o nos regala su tiempo o, si lo hacemos, inmediatamente empezamos a pensar en la forma de devolvérselo.
¿Te suena algo de esto? Sé que a mí sí antes de que me diera cuenta y empezara a aceptarme y quererme tal y como soy. No significa que me sienta perfecta o que haya dejado de intentar crecer como persona, pero me permito la gracia de la aceptación incondicional. Al menos la mayor parte del tiempo. Es una práctica continua.
¿Cómo puedes empezar a aceptarte y quererte? Aquí tienes varias ideas. Empieza poco a poco. Elige una o dos que te parezcan factibles, siéntete cómodo con ellas y adopta la siguiente. Empezarás a sentirte más cómodo en tu propia piel y a ver el mundo y a los demás de otra manera.
Saber que es importante quererse a uno mismo. El primer paso es tomar conciencia.
Cree que eres digno de ser amado.
Acepta todas tus partes (física, emocional, espiritual, financiera, relacional) tal y como son, aunque no todas sean perfectas. Y no te castigues por ello. Aprende de tus errores y date crédito por trabajar en estas cosas.
Ser capaz de disfrutar de su propia compañía.
Cuida tu salud lo mejor que puedas.
Háblate a ti mismo con suavidad, positivamente, con amor, con poder.
Practica cómo pedir y recibir ayuda de los demás.
Observa tus pensamientos y acciones y etiquétalos positivamente.
Libérate fácilmente de algo que lamentas. Perdónate a ti mismo. Libérate.
Realiza cada día un acto de bondad contigo mismo sin sentirte culpable.
Este San Valentín, quiérete como si la calidad de tu vida dependiera de ello.
Así es.
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Biografía del autor:
Kristen Carter es coach certificada con formación en comunicación. Le diagnosticaron cáncer de mama en estadio cero en 2008 y cáncer de mama metastásico en 2018. Escribir para SBC -compartiendo herramientas que la ayudan a ella y a otros a sobrellevar y prosperar- es una salida creativa para ella y una que le da un sentido y un propósito. Puede ponerse en contacto con ella en kristen@survivingbreastcancer.org.
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