Esta es una historia sobre mi madre. Una historia de amor. Una historia cambiada por el cáncer de mama, pero no definida por él.
Mi madre era mi mejor amiga. Era la única persona que podÃa animarme a pegar los deberes que acababa de romper. La única persona que siempre me preguntaba cómo me habÃa ido el dÃa... varias veces al dÃa. Era la persona que me cantaba "You Are My Sunshine" todas y cada una de las mañanas. Y era la persona que pasaba exactamente tres minutos conmigo antes de irse a la cama, a menos que se durmiera en la cama conmigo, que era lo que más me gustaba, y nunca salÃa de la habitación sin decirme 'Te quiero'.
Como todo lo que hizo, mi madre afrontó el cáncer de mama como afrontó el resto de su vida: con gracia, estilo y elegancia. No dejó que el cáncer la definiera, asà que yo no dejo que defina mi historia de ella.
A mi madre, Maureen, le diagnosticaron cáncer de mama cuando estaba embarazada de mi hermana pequeña, Katelyn. Fue a finales de 2003. Katelyn nació en abril de 2004, cuando yo sólo tenÃa dos años. En tratamiento activo o en remisión, el cáncer acechaba a mi madre. Todo parecÃa normal... hasta agosto de 2014.
A lo largo de esos diez años, entre 2004 y 2014, hubo algunos momentos en los que me sentà muy confuso, preguntándome si ella estarÃa bien. Me sentà especialmente confuso cuando se fue a casa después de una cita con el médico en lugar de volver al trabajo. Sentà curiosidad cuando se puso más rÃmel porque se le estaban cayendo las cejas. Siempre era extraño cuando Ãbamos a visitarla al hospital después de una operación. Sin embargo, a pesar de todos esos momentos confusos, siempre habÃa un "buenos dÃas, sol", mis tres minutos y un "te quiero" para terminar el dÃa.
Esos momentos eran los momentos normales, y las cosas que realmente recuerdo. La recuerdo recogiéndome temprano del colegio para ir a la biblioteca, llevándonos al mercado de agricultores los sábados por la mañana, jugando a dos en raya con mi hermana pequeña en la entrada de casa, haciéndonos rollos de canela los domingos por la mañana antes de ir a la iglesia, y muchas cosas más.
6 años. 7 meses. 29 dÃas.
Esa fue la última vez que oà a mi madre decir 'Te quiero, Kyla'.
No sabÃa que serÃa la última vez que escucharÃa esas palabras. Era un lunes más. TodavÃa recuerdo mirar por la ventanilla del copiloto, saltar de nuestro Honda Odyssey y saludar a mi madre. Segundos antes, estábamos haciendo planes para que mi madre y mi padre me recogieran después del colegio para ir a cenar antes de que tuviera que volver para mi partido de voleibol. Era normal. Como todas las tardes, reventaba los teléfonos de mis padres preguntándoles dónde estaban y cuándo iban a recogerme. Pero en lugar de un mensaje de texto, recibà una llamada de mi padre. Me dijo que él y mi madre estaban a la vuelta de la esquina, en el hospital. No le di importancia.
No me di cuenta de que iba a ser la última vez que me llevara al colegio. Que iba a ser la última vez que la viera sonreÃr. Que iba a ser la última vez que la oyera reÃr. La última vez que me verÃa jugar al voleibol a través de FaceTime en su habitación del hospital.
El 20 de octubre de 2014 fue un dÃa de hormas.
El 21 de octubre de 2014 fue el dÃa en que la vida de mi madre se detuvo y la mÃa continuó.
El 21 de octubre de 2014 fue un dÃa de primeras veces, nuevas primeras veces y primeras veces solitarias.
Una a una, las primeras experiencias se fueron sucediendo: mi primer Halloween sin ella, mi primer Acción de Gracias sin ella y mi primera Navidad sin ella.
Estaba insensible a todo, incluso a mi familia. Tumbada sola, hecha un ovillo en medio de mi cama, envuelta en la manta que mi madre me habÃa cosido. Solo querÃa hablar con alguien que me entendiera, pero más que eso, querÃa hablar con mi madre.
Ella es mi PORQUÉ. Ella es mi sol. Ella es mi historia de amor, y no dejaré que su historia de amor termine.
Por ella quise crear #pinkkids. QuerÃa crear algo más grande que mi historia. Una forma de recordarla. No a mi madre con cáncer de mama, sino a mi madre que vivió una vida llena de sentido mientras luchaba contra el cáncer de mama. Para conectar historias. Para tener un lugar de verdadera comprensión. Una forma de salir de debajo de mi manta.
No querÃa hablar con consejeros. No querÃa hablar con terapeutas. No querÃa hablar con profesores. No querÃa hablar con mi padre. Pensaba que no me entenderÃan. QuerÃa hablar con alguien de mi edad, pero no conocÃa a nadie que estuviera pasando por lo mismo que yo. Asà que me lo guardaba todo.
Y si ése es su caso, éste es su espacio.
Un espacio para que digas algo tan sencillo como 'Tengo miedo' o tan complejo como 'Mi madre acaba de fallecer. ¿Qué debo hacer?
Niños apoyando a niños. Amándose los unos a los otros. Estar ahà los unos para los otros.
Este es nuestro espacio.