Puede resultar abrumador acudir a las citas con el médico semana tras semana, con una plétora de información que se te echa encima cada vez, nuevo vocabulario, nuevos efectos secundarios de los que preocuparse y riesgos adicionales que se te presentan a toda velocidad.
Siempre acudía a las citas preparada, con un bloc de notas y un bolígrafo, tomando abundantes notas y preguntando por la ortografía correcta de los términos técnicos, sabiendo que al volver a casa lo buscaría todo en Google. A menudo, nuestras conversaciones en la consulta de oncología giraban en torno a la discusión de los distintos enfoques para tratar mi cáncer junto con la ponderación de los beneficios y los riesgos.
Hace aproximadamente un año, mientras discutíamos mis opciones quirúrgicas, mi enfermera entró y me entregó este folleto y dijo que deberíamos hablar sobre el linfedema. La cabeza ya me daba vueltas, pues estaba nerviosa por mi próxima operación y, como un ciervo en los faros, ahora tenía que preocuparme por este riesgo potencial...
Aunque la extirpación de los ganglios linfáticos no siempre conlleva la aparición de linfedema, enseguida quedó claro que era algo que tendría que vigilar y controlar el resto de mi vida; es algo que puede aparecer inmediatamente después de la operación, o incluso meses o años después.
Mi única experiencia real con los ganglios linfáticos solía asociarse cuando mi médico de atención primaria comprobaba si tenía algún ganglio inflamado alrededor del cuello y para asegurarse de que no tenía faringitis estreptocócica. No tenía ni idea de cómo funcionaba el sistema linfático ni de los beneficios que aporta al organismo.
¿Qué es el sistema linfático?
Lo básico:
Nuestro cuerpo tiene una red de ganglios linfáticos y vasos linfáticos. Este sistema recoge y transporta un líquido linfático acuoso y transparente, de forma parecida a como las venas recogen la sangre de partes distantes del cuerpo y la llevan de vuelta al corazón. Este líquido se compone de proteínas, sales y agua, así como de glóbulos blancos, que ayudan a combatir las infecciones.
Definición de linfedema:
El linfedema es una afección crónica en la que el exceso de líquido se acumula y provoca hinchazón, generalmente en brazos o piernas.
Cuáles son las causas del linfedema:
Linfedema suele estar causado por la extirpación o el daño de los ganglios linfáticos como parte de los tratamientos contra el cáncer. Es el resultado de una obstrucción del sistema linfático, que forma parte del sistema inmunitario. La obstrucción impide que el líquido linfático drene bien, y la acumulación de líquido provoca hinchazón.
Según el Instituto Nacional del Cáncer, entre el 5 y el 17% de las mujeres que se someten a una biopsia del ganglio linfático centinela desarrollan linfedema. Entre las mujeres que se someten a una disección de los ganglios linfáticos axilares, el porcentaje es mayor, del 20 al 53%, y el riesgo aumenta con el número de ganglios extraídos. No es sorprendente que el riesgo sea aún mayor si se recibe radiación en la mama, el tórax y la zona axilar.
Mi historia con el linfedema:
Tal y como están las cosas, no debería sorprenderme que fuera una candidata ideal para desarrollar linfedema. Me hicieron una disección de los ganglios linfáticos auxiliares que dio como resultado la extirpación de 16 ganglios linfáticos, ¡además de 30 rondas de radiación!
Antes de mi operación, mi equipo oncológico realizó mediciones de referencia con la máquina L-Dex. Si te van a extirpar algún ganglio linfático, te recomiendo encarecidamente que preguntes a tu equipo médico si te pueden hacer mediciones de referencia. Esto os permitirá a ti y a tu equipo detectar cualquier cambio tras la operación y detectar el linfedema a tiempo si se está desarrollando (a veces la inflamación no es evidente a simple vista). El procedimiento es indoloro y sólo dura unos minutos. Merece la pena.
Signos y síntomas del linfedema
Después de la operación, las cosas parecían ir bien y pensé que no me pasaba nada hasta que un día empecé a notar los siguientes síntomas:
- Pesadez en el brazo
- Hormigueo en los dedos (esa sensación cuando se te duerme el brazo).
- Molestias al levantar el brazo por encima de 90 grados
- y empecé a notar que mi reloj y mis anillos ya no me quedaban bien.
Miré hacia abajo, y mi mano definitivamente parecía hinchada, estaba desarrollando la etapa 1 del linfedema. A continuación se muestra una imagen de mi linfedema emergente
Hay síntomas adicionales que yo no experimenté pero que los pacientes deben conocer. Estos incluyen:
- Sensación de quemazón o picor
-Enrojecimiento de la piel
-Dificultad para ver venas o tendones en manos y pies.
- Restricción de la amplitud de movimiento
-Infecciones recurrentes
Diagnóstico y tratamiento del linfedema
Aunque el linfedema no tiene cura, se puede controlar (uf). Tomé cartas en el asunto y llamé al hospital para concertar una cita con un especialista en linfedema. Llevo cuatro semanas viendo a mi especialista y las mejoras son profundas. Me recomendó que llevara una manga de compresión todos los días, incluso durante los entrenamientos, para reducir la hinchazón.
Además, hago masaje linfático (también conocido como drenaje linfático manual) dos veces al día. El masaje linfático desempeña un papel crucial en la redirección del líquido linfático estancado. El objetivo es estimular los vasos linfáticos y los ganglios linfáticos y redirigir el flujo linfático alrededor de estas zonas bloqueadas hacia vasos linfáticos y ganglios linfáticos sanos situados más al centro.
Por la noche, no llevo la manga de compresión, sino que me envuelvo la mano para evitar la hinchazón.
A pesar de que mi rutina para ir a dormir requiere ahora unos 30 minutos más para controlar el linfedema, tengo que decir que mi brazo se siente mucho mejor y confío en que seguiré en la fase 1 mientras siga cuidando mi piel, mi brazo y controlando la inflamación.
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