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A los 31 años, dos días después de perder a mi padre por un cáncer de colon, me diagnosticaron un cáncer de mama en estadio 3. El 6 de septiembre de 2017, cambió instantáneamente mi vida, e inmediatamente supe que tenía que CONFIAR EN DIOS.
Después de ver a mi madre y a mi hermana (ambas fallecidas de cáncer de ovario) pasar por la quimioterapia y la operación, conocía los efectos secundarios de la quimioterapia y cómo afectaría a mi cuerpo. Sabía que iba a tener días buenos y malos. Estaba preparada para luchar y ganar.
Mi plan de tratamiento
Mi plan de tratamiento consistió en 16 rondas de quimioterapia, una mastectomía doble y 28 radioterapias. Durante la quimioterapia, no experimenté las náuseas ni los vómitos que sufren otras personas, pero sí tuve dolores corporales, visión borrosa e intensos dolores de cabeza. Pero incluso durante mis días más duros, ¡CONFIÉ EN DIOS! Él conocía los planes que tenía para mi vida. El 19 de abril de 2018, perdí mi seno. Sabía que mi belleza no estaba definida por mis senos, y después de darme cuenta de estas cosas (que mis senos estaban tratando de sacarme), ¡me puse inmediatamente!
Acepté 28 tratamientos de radiación, y no me di cuenta de cómo me iba a afectar. Mi fe se puso a prueba muchos días y quise rendirme. Tenía la piel sensible, no podía exponerme al sol e ir al tratamiento de lunes a viernes era difícil. El mero hecho de estar tumbada en esa dura camilla durante 15 o 20 minutos ya me superaba. Pero la fe me ayudó.
¿Cómo lo superé?
He estrechado mis relaciones con Dios, me he mantenido positiva y he conservado mi fe. A veces las circunstancias nos ayudan a convertirnos en lo que Dios quiere que seamos. Yo creo en esto.
Después de perder a muchos miembros de mi familia a causa del CÁNCER, hice todo lo que estaba en mi mano para sobrevivir. Hice caso a mis médicos, me hidraté, hice ejercicio y escuché a mi cuerpo.
La clave es dejar que tu cuerpo descanse. Dale tiempo a tu cuerpo para que se cure. Además, intenta hacer algo que te guste. A mí me gusta la comida, así que salía a comer todos los viernes con amigos. Me ayudó a sentirme normal y a darme cuenta de que lo único que quiero es crear recuerdos.
Mi objetivo es seguir promoviendo la detección precoz y la concienciación sobre el cáncer de mama, no sólo en octubre, sino todos los días. Quiero inspirar, capacitar y motivar a otras personas no sólo para que se tomen en serio su salud, sino para que sepan que su situación actual no es su destino. ¡Lo superarás!
Gracias por compartir tu historia, Keishawn. Te queremos.
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