Me llamo Monique Costa y tengo 32 años. Encontrarme un bulto en el pecho una noche cambió mi vida por completo y supe que éste era diferente. Tenía antecedentes de fibroadenomas, pero siempre eran benignos. Llamé a mi médico de inmediato. Los días siguientes fueron un sinfín de exploraciones, una biopsia y una llamada al trabajo para decirme que tenía cáncer de mama. Mi médico no creía que el bulto fuera algo preocupante y nos cogió a los dos por sorpresa. Recuerdo que me puse a llorar a lágrima viva y recogí mis cosas para volver a casa del trabajo. Estaba tan asustada, enfadada y disgustada por haber oído esas horribles palabras que nadie quiere oír. Después de muchas visitas al médico, me diagnosticaron cáncer de mama en estadio dos, triple positivo, a los 27 años.
Cuando me diagnosticaron cáncer de mama a una edad tan temprana, me sentí muy sola. Cada vez que iba al médico, las salas de espera estaban llenas de señoras mayores que me miraban fijamente. Ni en un millón de años pensé que tendría que someterme a quimioterapia y perder el pelo o quemarme con la radiación. No sabía que mi vida consistiría en constantes citas con el médico, exploraciones y el miedo a lo desconocido.
Mi viaje comenzó con una tumorectomía y una biopsia de los ganglios linfáticos. Tras la operación, recibí 6 ciclos de quimioterapia intensa (TCHP) y un año de infusiones de Herceptin. Después recibí 33 rondas de radiación. Actualmente tomo Tamoxifeno y una inyección mensual llamada Lupron desde hace 5 años. Estoy en la menopausia y es muy divertido... ¡no! El lado positivo es que completaré mis 5 años de terapia hormonal en 2021.
A lo largo de mi viaje, quise concienciar a las mujeres jóvenes de que pueden tener cáncer de mama y de que es muy importante estar en sintonía con tu cuerpo y ser autodefensora. No tenía antecedentes familiares y era una joven sana. No tenía factores de riesgo y aun así tuve cáncer de mama. Empecé a compartir mi viaje a través de mi blog (www.moniquerose8.com) y también en las redes sociales. Si puedo ayudar a una mujer a controlarse e informar a su médico si algo no le parece bien, sé que estoy ayudando a muchas en todo el mundo. También participo en muchos grupos de jóvenes activistas. Compartir mi historia me ha permitido encontrar a otras mujeres jóvenes de todo el mundo que "lo entienden". Entienden lo que es tener sofocos, hablar de una familia después del cáncer y el miedo a la recidiva.
Durante el tratamiento, mucha gente me preguntaba cómo podía seguir sonriendo mientras luchaba por mi vida. Créanme, había días en los que no sonreía y me ponía a llorar. Todavía tengo esos días y me enfrento a la ansiedad, algo que nunca había tenido en mi vida. Mi fortaleza y resistencia es lo que me hace sentir fuerte. No me reconocí durante todo el tratamiento.
Mi pelo ha vuelto a tener la longitud que tenía antes del cáncer y he ganado peso durante el tratamiento. Es muy difícil mirarse al espejo y no desanimarse por no tener el cuerpo que tenía antes del cáncer. En lugar de disgustarme, me centro en mi fortaleza y en cómo he podido superar algo que era tan difícil. Agradezco poder hacer ejercicio y comer sano. Al no poder levantarme del sofá por la quimioterapia y sentir tantas náuseas, los días más brillantes parecían muy lejanos. Sigo llevando una sonrisa en la cara y agradezco mi fortaleza, a la vez que espero con ilusión mi hermoso futuro.