La segunda vez
Por Hilary Hamilton
La parte complicada del cáncer de mama metastásico (CMM) es descubrir cómo recorrer el camino la segunda vez. En 2015, mi diagnóstico fue de estadio 2, con una tasa de supervivencia a cinco años del 92%. Me gustaban esas probabilidades. Sabía que el tratamiento sería duro, pero había un final a la vista. Me sometí a 14 sesiones de quimioterapia, seis cirugías, una mastectomía doble y 29 tratamientos de radiación, todo eso para estar libre de cáncer. O eso creía.
El 29 de enero de 2020, un TAC mostró tumores en mis pulmones, hígado y ganglios linfáticos del pecho. Ese día, mi antigua vida libre de cáncer me dejó y. Comenzó una nueva. Ya no soy una superviviente de cáncer de mama; estoy en estadio IV, con una tasa de supervivencia a 5 años del 22%. No diría que me gustan esas probabilidades. Es en lo único que pensaba desde que me despertaba hasta que me acostaba. Aunque mi oncóloga me aseguró que muchas de sus pacientes viven con CMM durante años, la idea de que este cáncer es terminal y me roba un tiempo precioso con mis hijos, mi marido y mi familia era tan profunda que sentía que me ahogaba. Con cada nuevo dolor, estaba convencida de que se estaba extendiendo al cerebro y los huesos. En el resplandor de mi ordenador portátil, buscaba en Internet los signos de METS en el cerebro y los huesos hasta altas horas de la madrugada. Entonces ponía una cara alegre, marchando hacia adelante con una sonrisa tensa, manteniendo la compostura para mis tres hijos.
Han pasado ocho meses desde que me diagnosticaron CMB y me he sometido a ocho ciclos de un fármaco de terapia dirigida, Ibrance, combinado con inyecciones de Faslodex. Aunque la fatiga es mi nueva compañera, el tratamiento es más tolerable que antes, salvo por las dos inyecciones gigantes que recibo en la grupa cada mes. He llegado a apreciar la firmeza de las manos de las enfermeras, cuyos dedos de látex sostienen la jeringa de cristal durante los dos largos minutos que dura cada inyección. La buena noticia es que el tratamiento está funcionando. Mis tumores se están reduciendo y los últimos escáneres muestran que los cuatro tumores del hígado se han reducido a uno. Las lesiones que cubrían ambos pulmones como manchas de tinta han desaparecido en un 65%. Puedo respirar un poco mejor, literal y figuradamente.
Todavía hay días oscuros en los que la fatiga me consume y me canso con sólo subir las escaleras. Me preocupa que mi cáncer se haya convertido en el telón de fondo de la infancia de mis hijos. No quiero que miren atrás y recuerden a una madre que siempre estaba cansada. Cuando empiezo a perder el control, me recuerdo a mí misma que no soy mis pensamientos. Me recuerdo a mí misma que estoy respirando, que estoy viviendo. Todo lo que tengo es el ahora, y en este ahora, escucharé el susurro de mi alma que dice estarás bien. Puedo vivir con miedo o con fe. He elegido la fe. Tengo los pies en la realidad de mi enfermedad, pero me anima la esperanza. Estoy preparada para aprender lo que este cáncer está aquí para enseñarme, la segunda vez.