Por Traci
Actualmente estoy en la fase de radiación de mi tratamiento para el cáncer de mama en estadio 3. El técnico, "llamémosle Rick porque ese es su nombre", no era amable y era cortante en su trato. Llevaba 4 semanas, y me quedaban 2, y lo había estado pasando mal. Mi tipo de radiación requiere que contenga la respiración mientras se administra el tratamiento. No se me da muy bien esto por regla general y especialmente bajo presión.
El otro día, Rick decidió darme un sermón sobre cómo aguantarme la respiración y cómo eso le dificultaba hacer lo que "él" tenía que hacer. Siguió y siguió mientras yo estaba allí sin camiseta (todavía tengo un pecho) y sintiéndome bastante incómoda. Me quedé de piedra y no reaccioné. Salí de allí con lágrimas en los ojos e intenté llegar al aparcamiento del hospital antes de derrumbarme.
Esto ya era bastante duro y que él se impacientara conmigo con regularidad lo hacía aún más difícil.
Lo primero que pensé fue que le diría al doctor que ya estaba harto de él. Luego, decidí calmarme y pensarlo. Y así lo hice.
He cambiado a través de este viaje del cáncer y me he vuelto más paciente y comprensivo. Me prometí a mí misma que este viaje me haría mejor, no más amargada. Hablé con una querida amiga y me sugirió que hablara con Rick al respecto. Eso no es lo que tenía en mente en un principio. Pensaba no decir nada y, después de dos semanas más, no volver a verle. Lo último que quería ahora era enfrentarme a alguien a quien tendría que ver 10 mañanas más.
Luego lo pensé mejor y decidí tener una conversación sincera con él. Cuando fui al día siguiente, le pregunté a Rick: "¿Podemos hablar un minuto, por favor?". Me miró dubitativo, pues no tenía ni idea de adónde quería llegar. Le dije que sentía no poder aguantar bien la respiración. Ya es bastante duro venir aquí porque no me encuentro bien, además me da ansiedad y me cuesta aguantar la respiración. No pretendo dificultarte el trabajo y hago lo que puedo. Entonces llegaron las lágrimas.
Me miró a los ojos y me dijo Traci, lo siento mucho, no quería hacerte sentir así. Sólo intentaba explicarte cómo funcionaban las cosas. Le respondí: "Necesito que seas más amable y paciente conmigo. Llevo un año en tratamiento y es duro". Me di cuenta de que se sentía mal.
Sorprendentemente, la sesión transcurrió sin problemas y él fue bastante agradable, a diferencia del técnico con el que estaba acostumbrada a tratar. Al día siguiente, volví a verle y se mostró amable y gentil, guiándome pacientemente durante el tratamiento. Mejor aún, me di cuenta de que era más cálido con los pacientes que tenía delante y detrás.
En retrospectiva, creo que Rick había perdido el norte en el trabajo y ya no nos veía como personas. Este "nuevo" técnico con el que estoy terminando la radioterapia es completamente diferente. Estoy muy contenta de haber tenido el valor de hablar con él y ser mi propia defensora. He aprendido que es muy importante hablar por uno mismo, ya que el personal que me atiende a veces se olvida de que somos una persona y no un número.
Gracias por compartir tu historia, Traci. ¡SBC te quiere!
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