La vida me lanzó una bola curva y la manejé de la mejor manera que pude, con dignidad y gracia. Las montañas que tuve que escalar ahora parecen baches en el camino. Me dieron una noticia terrible: "tienes cáncer", pero no era el fin del mundo. Me sometí a múltiples rondas de quimioterapia, me pincharon y sondaron con inyecciones e intravenosas, me sometieron a cirugía invasiva y me aplicaron radiación durante 6 semanas. Todas estas cosas formaban parte del plan, sabía que llegarían. Pero lo que no esperaba era lo difícil que iba a ser reincorporarme a la vida laboral. Se suponía que esta era la parte fácil, ¿verdad?
La vuelta al trabajo (aunque todavía en tratamiento) es ahora sólo la siguiente fase del proceso de recuperación. Sin embargo, creo que hay algunas cosas que reconocer, quizá romper algunos equívocos y ofrecer consejos personales mientras reflexiono sobre mi primera semana de vuelta:
1. Has vuelto al trabajo, así que ya estás mejor.
La buena noticia es que sí, estoy mejor y puedo volver al trabajo, ¡y eso es una gran señal! Sin embargo, dependiendo de la trayectoria de cada persona en relación con el cáncer, es posible que haya muchas cosas que la persona esté soportando entre bastidores. Algunas personas pueden hablar abiertamente de su estado de salud con sus compañeros de trabajo, mientras que otras pueden mantenerlo en secreto. Creo que es un buen recordatorio de que, aunque alguien parezca "sano" y "mejor" por fuera, todavía puede sufrir mucho por dentro.
En mi caso, me alegro de volver al trabajo porque sí, las cosas vuelven a la normalidad. Pero eso no significa que me haya "curado" por arte de magia. Hay una serie de "cócteles médicos" que sigo tomando para asegurarme de que el cáncer de mama no reaparezca.
2. Comprender su sentido del yo
En Sociedad Americana contra el Cáncer sugiere que volver al trabajo ayuda a fomentar el sentido de uno mismo, el propósito, y recuerda que uno tiene una vida fuera del cáncer. Estas interacciones diarias con los compañeros aportan muchos beneficios.
Sin embargo, quiero sacar a la luz que también puede dar miedo, ¡y eso también está bien! Como alguien que ha pasado por tratamientos contra el cáncer, me siento diferente, siento que mi perspectiva de la vida ha cambiado y, aunque las circunstancias del cáncer no eran las ideales, esta experiencia me ha cambiado y formado para siempre. La aceptación y la paz vienen con la comprensión de uno mismo como superviviente.
3. Los que planifican consiguen
Rethink Pink ofrece 5 valiosos consejos para la transición a la vida laboral, y la planificación marca la diferencia.
El trabajo puede ser estresante e inducir ansiedad en un día normal, por no hablar de volver al trabajo después de pasar por un evento de salud que altera la vida. Algunos consejos que me han ayudado mucho se centran en la planificación. Por ejemplo, ensayé guiones. Sabía que muchos compañeros visitarían mi oficina para saludarme. Esto era fantástico, pero tenía que decidir (previamente) qué información sobre mi viaje iba a compartir. Si necesitaban todos los detalles, probablemente no. Elegí algunas anécdotas divertidas sobre la pérdida de mis pestañas o el nuevo peinado "punk rock" que llevaba, y todos se rieron. No hay que tomarse a uno mismo demasiado en serio: ¡el humor es la clave!
Asegúrate también de ponerte en contacto con tu jefe y con Recursos Humanos. Tienes muchos derechos y protecciones que también pueden ayudarte si buscas alojamiento a tu vuelta. En EE.UU. tenemos la Ley de Rehabilitación y la Ley de Estadounidenses con Discapacidades (ADA). Algunas personas también se benefician de la Ley de Licencias Médicas y Familiares (FMLA).
4. La quimioterapia cerebral
Lo que antes se debatía por no ser un efecto secundario legítimo de la quimioterapia, ahora los oncólogos reconocen que el quimiocerebro es una afección real que impacta en la capacidad cognitiva de una persona hasta 6 meses después del tratamiento, según un estudio de 2017.
Todos queremos rendir bien en el trabajo. Por eso he empezado a incorporar algunos hábitos diarios para contrarrestar este efecto secundario.
En primer lugar, no me da miedo tomar notas, o incluso preguntar a mis colegas si puedo grabar una reunión, para volver a escucharla más tarde y asegurarme de que he captado todas las ideas clave.
También dedico un tiempo al final del día a hacer una lista de tareas en la que apunto dónde he dejado varios proyectos y qué prioridades tengo para mañana. Esto ha sido muy útil porque ahora, cuando entro en mi despacho cada mañana, todas mis notas, tareas y asuntos pendientes están ahí esperándome. No sólo me ayuda con la quimioterapia, sino que también reduce el estrés y la ansiedad.
5. Por último, tomémonos un tiempo para respirar
La respiración es una de las herramientas más poderosas que tenemos y a menudo se infrautiliza. ¿Cuándo fue la última vez que respiraste hondo? Ya sabes, ¿una de esas respiraciones que llenan toda tu cavidad pulmonar y viajan hasta lo más profundo de tu vientre interior? A menos que estés dando un gran suspiro de alivio, o en una clase de yoga, hacer grandes respiraciones profundas del vientre no son actos inconscientes.
Cuando inhalas y exhalas durante más tiempo, estás enviando inmediatamente señales a tu mente que activan el sistema nervioso para volver a un estado de calma. Aunque no todos tengamos tiempo para asistir a una clase de yoga o sentarnos a meditar, yo recomendaría practicar técnicas de respiración si notas que te pones ansioso, cuando te diriges a una reunión o antes de responder a un correo electrónico. En cuestión de segundos serás más consciente y volverás a tener el control para afrontar el día.